“En este terreno, tanto Ramiro Blas como Joaquin Daniel nos dejan con la boca abierta.
De la complicidad escénica de ambos se benefician sus personajes y, por extensión, la obra entera. Los dos saben aprovechar el texto que les brinda Wallovits y renunciar a convertirse en prototipos autocomplacientes. Los momentos en que dialogan tienen un brío y ritmo afinadísimos. A la vez, sus intervenciones en solitario se convierten en una auténtica master class. La capacidad de evocar situaciones que no existen y hacer partícipe a cada espectador para que las reviva en su imaginación a tiempo real que tiene Daniel es espectacular”